Según definición de la RAE, la técnica por la que se expone una “trampa o ilusión para engañar a alguien haciéndole ver lo que no es”, se le llama “trampantojo”, muy utilizado en las artes pictóricas y que viene como anillo al dedo viendo como, en una extrapolación política, el impostado acuerdo entre el Presidente del Gobierno en funciones y la señora Díaz, de Sumar, se ha presentado en el Museo Reina Sofía, toda una contradicción en el que dos personajes con afanes y convicciones republicanas, con perfiles de caudillismo totalitario, firmen un acuerdo de ¿gobierno? en semejante lugar con el riesgo mediático de que lo titulen: el Pacto del Reina Sofía.Pero sigamos con el trampantojo. El cuadro que se nos presenta, es el siguiente: la árbitra parlamentaria Paqui – sigue sin dar salida a la programación institucional necesaria — tal como si fuera un rapto partidista del Poder Legislativo, evitando la formalización de comisiones, las sesiones de control y los plenos correspondientes. La “ministra de extraño prestigio”, en funciones, la pactista del Reina Sofía y conocedora del tacto suave del tejido en el traje de Puigdemont en su “afable” encuentro en Waterloo y con grandes prisas por renovar su sillón en el Consejo de Ministros para continuar vendiendo qué van a hacer, pero no el cómo ni con quien, como si los españoles fuéramos analfabetos funcionales. Mire señora ministra, el problema fundamental que tenemos es de productividad no, exclusivamente, de horas de trabajo y lo “progresista” – bonita palabra – no es recortar vuelos sino descarbonizar con uso de nuevos combustibles que ahí sí deberían fomentar la investigación. De Puigdemont, qué decir. Lugar predominante en el trampantojo. Del maletero en su huida a líder premiado en la lotería de la necesidad endogámica y, supuestamente, paranoica de continuidad en el dominio gubernamental del baloncestista mediocre elevado a la Presidencia, en la que se encontró como dijera el torero que llegó a Gobernador: “degenerando”. El resto del conjunto, figuran como elementos de relleno paisajístico que van a remolque del premio de la amnistía silenciada unos, del blanqueamiento biográfico otros, casi escondidos en la escena pero revisando las prebendas del “cupo vasco” y calculando como aumentarlas, aunque tengan que esconder las “tápelas” para que no les conozcan cuando deban tragarse las imposiciones del social – comunismo rampante y el crecimiento bilduetarra en el territorio común. Por fin y por mucho que quieran disimular el ocultamiento como discreción. El Presidente, siempre, como los buenos trileros, juega con ventaja porque en su sociedad sabe hay no solo discrepancias sino odios que harán con seguridad una dinámica de rechazo de las propuestas del de al lado y viceversa, lo que le permitirá siempre presentarse como víctima del sinsentido de sus socios, de los que renegará – en su característico “cambio de opinión” – y volverá a engañar al electorado. Todo se hará, nos dice, en el marco constitucional que en este caso, está representado por los atributos ideológicos, del Condado de Pumpido. Y todavía, millones de españoles ¿seguirán viendo un Estado Democrático de Derecho, de ínfima calidad, en lo que no es más que un trampantojo?

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