La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Se esperan bebés, no fetos

Que se trate de un bebé, un feto o ni siquiera eso, solo una parte del cuerpo de la mujer, es una cuestión subjetiva

Comparto lo que escribió el compañero Enrique García-Máiquez el pasado jueves en su artículo El hijo de Isabel: “No extraña que se hable de un bebé cuando, si hablásemos de un aborto voluntario, le llamaríamos feto, como mucho. Tanta diferencia ontológica dependiendo exclusivamente del deseo con el que se le espere (no del tiempo ni del código genético ni del estadio de desarrollo…) es una muestra del voluntarismo subjetivista (vulgo capricho) que la ley del aborto ha consagrado”. Subjetivismo que escribe en los paquetes de tabaco “Fumar puede matar al hijo que espera”. ¿El aborto no lo mata?

Todos los titulares informaron de que Isabel Ayuso “suspende la agenda oficial después de haber perdido el bebé que esperaba” (El Periódico), “pierde el bebé que esperaba” (Diario de Sevilla, La Vanguardia, Antena 3, 20 Minutos, El Debate), “sufre un aborto y pierde el bebé de ocho semanas que esperaba” (El Mundo), “es intervenida quirúrgicamente tras perder al bebé que esperaba” (ABC, La Sexta), “políticos e instituciones arropan a Díaz Ayuso tras sufrir un aborto y perder a su bebé” (Tele 5), “La presidenta de la Comunidad de Madrid, de 44 años, y el técnico sanitario, de 47, han perdido el bebé que esperaban” (The Objective)…

Todos menos, que yo sepa, la SER, que dijo “Isabel Díaz Ayuso, operada al perder el feto de 8 semanas que esperaba” para evitar llamar bebé al feto. La primera parte es coherente con la ciencia y la RAE: un bebé es un niño o niña recién nacido o de muy corta edad, por lo que llamar bebé al feto es algo afectivo y emocional. Objetivamente un feto es un feto, un bebé es un bebé y la diferencia entre uno y otro la marca el nacimiento. Pero al añadirle “que esperaba” se incurrió en una imprecisión (o manipulación) aún mayor porque los fetos no se esperan, lo que se espera es un bebé. En coherencia con las posturas proabortistas radicales se hubiera debido titular “al perder el feto de 8 semanas que gestaba”.

Es tal la red de silencios y mentiras en torno al aborto –desde defenderlo como una libre elección de maternidad, ignorando que en una sociedad medianamente educada y concienciada debería depender de los anticonceptivos, a considerarlo una decisión sobre el propio cuerpo ignorando que lo que se mata es otro cuerpo que vive y se desarrolla en la gestante– que se incurre en estas contradicciones. Se esperan bebés, no fetos.

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