Si miran entre la G y la J de su teclado verán una letra; es la H, de Huelva, pero también lo es de horror, que fue lo que pasó el domingo: un horror frente a nuestras narices. La tontería de lo del teclado es que en esta Platea se va a la moda y si esa chuminada triunfó en redes, ¿por qué no iba a funcionar aquí? Y así desengrasamos un poquito…

Un buen amigo me resumió el duelo ante el Linares en que la primera parte se la cargó el árbitro y la segunda nos la cargamos nosotros solitos (me encanta que se use la primera persona del plural, como si todos vistiéramos la albiazul). Tal descomposición contra un equipo netamente inferior -nos pasó también con Baleares y Sanluqueño- no hace sino empañar una temporada que era más que notable. Respecto a los actos del señor colegiado… A mí ya sólo me sale mandar un saludo muy afectuoso y tremendamente cariñoso a los que, ahora sí, ¡en la jornada 34!, claman al cielo diciendo que no fue normal la injusticia soportada. Han justificado trinques en Ceuta, contra el Antequera (en los dos partidos), en Ibiza, contra el Córdoba (en los dos partidos), en Mérida, contra el Alcoyano, en San Fernando, en Castellón, en Sanlúcar… pero había que mirar entonces para otro lado porque creer en conspiraciones era de locos (la familia Negreira está que se parte con esa afirmación) y quejarse suponía, claro que sí, una infantilidad; pero el domingo, después de tres temporadas, tres, de arbitrales infames… el domingo ya sí había que denunciarlo, ya sí había que apretar los puñitos y ya sí había que poner cara de muyyyy enfadado. Ajá. Con 1-4. Ahora que ya no hay red por lo poco que queda. Maravilhoso, companheiros; maravilhoso.

Con el abrazo más sincero a nuestros amigos leperos por ese terrible descenso, con el alegrón del filial recreativista empezando a volver de donde nunca debió marcharse y con tantas aristas aún por resolver y que tanto van a condicionar los próximos meses -aquí siempre estamos en el más difícil todavía- les pido, como en aquella graciosa película de Pitt, Clooney y compañía, que ‘quemen esto después de leerlo’; a ver si así ahuyentan los malos espíritus, que son gafes y siguen rondando. Créanme: falta va a hacer.

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