M ENTIR es decir algo que no es cierto, con intención de engañar”. No miento, cambio de opinión. Ambas referencias son del mismo personaje, nuestro recién investido Presidente del Gobierno y, sin duda, reflejan la personalidad de un individuo que no destaca por su intelectualidad o los criterios de ejercicio ético de su actividad puesto que es capaz de promover la convivencia, como elemento básico de sus decisiones y, sin solución de continuidad, alentar la confrontación y el odio. Normal, en su condición de “plagiador”: “Nos interesa la crispación”, ZP digital, que es su referente en la continuidad estratégica para mantenerse en el Poder. Su capacidad de impermeabilidad frente a la argumentación de los adversarios es manifiesta com o su capacidad de utilizar la falsedad o la media verdad para fabricar escenarios modificadores de la evidencia o la realidad de los acontecimientos, hasta el punto, por ejemplo, de convertir su discurso para la Investidura en una “moción de censura” contra todo lo que representa la derecha porque él es El Progreso y puede convertir en “virtud, su propia necesidad”, para regocijo de sus apesebrados aplaudidores. Personas que no caen en la cuenta de que, a pesar de las apelaciones de su líder al cambio climático, ellos están contaminados, al máximo, por unos criterios alejados de los principios ideológicos fundamentales del Partido Socialista, acordados en su trascendente Congreso Federal de 1979, para aceptar, hoy, unos preceptos rentistas y polarizadores de manera que quien no los acepte, automáticamente, deja de pertenecer al mundo democrático. En definitiva, no tiene ni la categoría ni la grandeza de los ganadores, cuando en una caricaturesca actitud, se ríe de sus oponentes. Esto no solo no le honra sino que pone en duda cual será su reacción el día que pierda y su imperturbabilidad actual, fruto de la camaleónica capacidad que tiene para incumplir lo prometido, para convertir la anécdota en categoría o para transformar en nada la integridad política ante la ausencia de principios más allá de la propia conveniencia.

Ítem más, su prepotencia ganadora es la habitual en quien se siente protegido porque cada partido que juega en las Instituciones, sabe del favor arbitral de la Presidenta Armengol (Paqui para los “amigos”). En el debate hemos comprobado su vergonzante parcialidad y hasta un tufillo a “contubernio” con el contrincante abducido y ahora servil Patxi López (“¿tú sabes que es una nación?”, Pedro) para impedir que investigadores futuros puedan conocer la realidad de hoy, al obligar a borrar del Diario de Sesiones aquello que les incomoda. Y ya que nombro al vasco desagradecido, Paco López, debo resaltar que hizo el discurso propio de un “neoconverso” al sanchismo, como elemento para su total subsistencia, hasta el punto de robarle a su socia comunista Yolanda el protagonismo de la lucha antifranquista, en una nueva y partidista relectura de la Historia. Su intervención , en formas y tono, recordaba la actitud histérica de los agitados fans en los conciertos de grupos rockeros. En definitiva. Hay tal necesidad de desviar la atención de lo fundamental: financiación territorial; presencia de relatores; acuerdo con Bildu… que teniendo asegurada la Investidura, el programa presentado ha sido: oponerse a la Oposición, ¿por qué? La respuesta es fácil: interesa la crispación, fórmula ideal de la permanencia en el Poder.

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