Podría empezar por el principio de ese todo que hoy significa su paso por el toreo pero no hacerlo por el final sería quitarle el relato de la pasión con la que un torero ha demostrado que la vida es el reto más bonito de cumplir cuando dentro de ella has metido lo imprescindible para ser feliz.

Lo imprescindible, digo. Eso que no pesa nunca para cumplir tus sueños y que no te hace prisionero nada más que de ti mismo cuando uno decide que así sea.Hace unos diecisiete años que Andrés Romero metió en su vida el rejoneo. Le fue dando forma con el afán del principiante y las riendas del maestro. En esas riendas hubo humildad, paciencia, pasión, afición y convencimiento. Y esas riendas fueron las que se encargaron de darle forma al rejoneador que buscó y encontró sitio en una época difícil para el toreo a caballo con dos o tres nombres comiéndoselo todo sin apenas respiro para el resto del escalafón de mostrarse en los escenarios determinantes del toreo.

En esas riendas hubo humildad, pasión, afición y convencimiento para llegar a cumplir sueños

Ese rejoneador que anda desde hace más de un tiempo cuajándose como caballero en plaza en esas tierras portuguesas donde anida esa fuerza de los cavaleiros. De todo eso hablan este 2023 plazas como Beja, Garvao o Zambuja. También de ese cartel en el que la principal plaza portuguesa, ese mágico templo del rejoneo que es Campo Pequeño en Lisboa le da sitio de honor ante los Murteira el 24 de agosto cuando la calor aprieta y ya han pasad por encima las Colombinas de su tierra.

Todo eso hay que tenerlo en cuenta para entender el porqué de la situación actual de Andrés Romero. El porqué de esa regularidad en el triunfo y el de una cuadra de caballos donde Farrugia y Fuente Rey son apuesta segura hoy pero no las únicas desde las que el onubense ha sido capaz de llamar la atención de tantos públicos madurando temporadas y triunfos con una bella forma de hacer el rejoneo. Y es que a Romero no le ha servido sólo un caballo; o dos. Han sido bastantes los que en sus manos han cimentado cada temporada triunfos importantes. Eso es lo que quiero expresar. Que aun con todo lo que significa un buen caballo, Andrés ha sido capaz de ser siempre competitivo desde muy diferentes monturas. Perseo, Kabul, Guajiro, Conquistador, Odiel, Cantú…

Andrés Romero

Un antes y un después del rejoneo en Huelva; Romero flirteó con hacerse torero a caballo en medio de esa tierra que entre Campiña y Condado Huelva se entronca de forma muy especial con el mundo ecuestre. Nombraba el final y por supuesto todo lo que ello conlleva de afición en un recorrido duro y correoso como el que Andrés Romero ha debido atravesar. Y si este artículo surge hoy a poco que se anuncien de nuevo los carteles de su tierra y Romero esté en ellos es porque entiendo de justicia que su figura emerja en éstas páginas a las que tantas vivencias intensas proporcionó para sus seguidores después de tantas temporadas y temporales por saber adaptarse en una realidad donde las grandes ferias españolas dieron su espalda al rejoneo.

Más no solo por eso. Llevaba un tiempo repasando en mi mente los personajes que te da la vida para escribirla. Andrés ha sido y es aun en día algo sencillo de entender desde lo honesto que le presta a la vida. De lo sencillo que es aprender de los esfuerzos íntimos de muchas, muchas y muchas horas subido a lomos de un caballo en esa nave de Zufre sacando afuera el oficio con el que pelear una cuadra siempre a punto. Gestionar ese enorme esfuerzo que significa ser rejoneador y tener para hacerlo. Sinceramente creo que había dejado demasiado a un lado la figura de un tipo que le añade cada temporada valor a este corralito de la torería onubense.

Se admira la serenidad con la que siempre ha afrontado los altos y los bajos de esta profesión

Si algo debe admirarse del de Escacena, al margen de sus formas y su pasión en el ruedo, es la serenidad con la que siempre ha afrontado la profesión. Los altos y los bajos del diario en una temporada. El asumir los temporales y gestionar la calma. El estar fuera de Huelva y Sevilla y seguir pregonando ambición frente al toro sin escudarse en sinsabores. Sinceramente, el recorrido de ese chiquillo de Escacena eligiendo el camino del caballo en el toro ha volado por encima de sus sueños. Ha surcado por encima de dos Puertas Grandes en Sevilla; también por el de consolidar apuesta difícil en Madrid, soñar y despertar con dos orejas en la mano en plena Maestranza de Ronda y remontar aquel percance importante esa noche del Puerto de Santa María; descerrajar, también, en cada envite La Merced. Del horizonte del rejoneador ha ido desapareciendo poco a poco aquel mantra del “se parece a Ventura”. El año pasado Romero renació en La Merced de su año anterior, donde no estuvo. Romero siempre sale con impulso de esta plaza. Especialmente significativo su gran triunfo ante un Ventura gris y desdibujado.El de Escacena creció el año pasado de una forma bárbara precisamente en Huelva. Posiblemente no fuera ese instante preciso donde lo hizo sino la secuencia de trabajo en silencio donde se cimentan estas dos o tres últimas temporadas. Pero lo enseñó donde más cuesta crecer como es al lado de los tuyos y Andrés se mostró soberbio ante una tarde de muchos retos personales y profesionales. Tan brillante y seguro como que sea un lujo que los carteles de las proximas Colombinas, después de tanto camino andado con el nombre de Huelva cosido a su chaquetilla de torero anuncien su nombre.Más allá de tauromaquias, la figura de Andrés Romero se hace grande desde la propuesta que significa trabajo y logros