Historias del Fandango

Angelillo, un caballero republicano

  • Angelillo fue uno de los artistas más contratados en los espectáculos de ópera flamenca; con la Guerra Civil se exilio a Argentina, donde murió

  • Angelillo, el coplero elegante

El cantaor Angelillo, un caballero republicano

El cantaor Angelillo, un caballero republicano

Cuando cambió el régimen político, en 1931, por su ideología de izquierdas se hizo un activo defensor de la República, participando en los discos que un grupo de artistas grabaron a tal efecto. Su fervor republicano, cantando para el Ejército, actuando en películas en su defensa y apoyando con su dinero al nuevo régimen le procuró una gran popularidad que declinó del todo cuando estalló la guerra civil, llegando a huir de España, junto con el tocaor Sabicas, rumbo a la Argentina, de donde no volvería hasta los años 50.

Participó en los grandes espectáculos

Una voz como la suya no podía faltar en los duetos de cantaores que protagonizaban los desafíos de fandangos de La copla andaluza.

En septiembre de 1928 se celebró en el Teatro de la Zarzuela de Madrid un acontecimiento flamenco en el que durante cuatro días se celebraron conferencias, charlas humorísticas y espectáculos de cante. El público elegiría a los ganadores de la Copa de Oro Antonio Chacón para cantaores y la Copa de Oro Ramón Montoya para guitarristas. La nómina de artistas profesionales del cante jondo fue verdaderamente la mejor que se podía reunir: presidiendo el maestro Antonio Chacón y para actuar Centeno, Angelillo, Manuel Torre, Tomás Pavón, la Niña de los Peines, José Cepero, Niño de Marchena, El Chata y Niño de Almadén.

Cuando campeaba la ‘ópera flamenca’

Vedrines organizó otro de sus espectáculos en La Pañoleta, barriada de Sevilla muy activa y muy celebrada en convocatorias flamencas, en agosto de 1930, con Cepero, la Niña de los Peines, El Americano, Lola Cabello, el Niño de las Marianas y la zambra gitana del Sacromonte y sus gitanos Los Amaya, entre otros artistas. Y a continuación lo llevó a la plaza de toros de Huelva, donde repitieron el éxito.

En 1933, Angelillo participó en otro en Granada, en el que Vedrines llevó a Angelillo con el Niño de Marchena, Paco Mazaco, Pena hijo y la bailaora Carmen Vargas. Y a continuación, este mismo espectáculo se celebró también en Huelva, donde la máxima atracción era el Niño de Marchena, completando el cuadro Los Chavalillos Sevillanos, dos chicos muy jóvenes que despuntaban ya en el baile flamenco: Antonio Ruiz Soler y Rosario (el nombre de pila de ella era Florencia Pérez Padilla).

Premios para el público

Para atraer al público, a Vedrines se le ocurrió sortear entre los asistentes seis premios en metálico, desde 25 pesetas el último hasta 500 el primero. Se lo podía permitir, porque ganaba mucho dinero con sus espectáculos de ópera flamenca. Angelillo era presentado como “el único cantador madrileño que por derecho propio y por méritos de artista puede codearse con los mejores cantadores andaluces. Tiene una voz privilegiada y un gusto exquisito en todo lo que canta”, decía la prensa.

Volvió a actuar en la plaza de toros en agosto de 1929 con Personita, El Pescaero, el Niño de las Marianas, Pena hijo, Centeno, José Cepero y el Niño de Marchena, más el baile de El Estampío y Acha Rovira. (Como curiosidad, la entrada general valía entonces seis reales y cuatro pesetas la silla de pista).

En 1939 formó parte de las figuras que actuaron en la plaza de toros de Valencia, junto con Marchena, Cepero, Guerrita y Pena hijo. El espectáculo fue presentado por Vedrines como una “magna fiesta andaluza”, el “alma española”, “no volverá a reunirse tan formidable elenco artístico”.

[1] Tarjeta de inmigrante en Argentina. [1] Tarjeta de inmigrante en Argentina.

[1] Tarjeta de inmigrante en Argentina.

Murió en Buenos Aires

Durante su estancia en Buenos Aires, Angelillo fue un artista tan reconocido como lo había sido en España [1]. En 1935 sus amigos y admiradores argentinos le tributaron un banquete homenaje como reconocimiento a sus triunfos en el teatro y el cine. Se sumaron al acto, entre otros, el representante Vedrines y el autor Antonio Quintero. Acabó el encuentro con Angelillo cantando fandanguillos, cantes de Levante, tarantas y ¡cómo no! La hija de Juan Simón, que fue un éxito que le persiguió siempre.

Regresó a España en los años cincuenta y volvió nuevamente a Argentina [2].

Angelillo acompañado por Pucherete en Teatro Calderón de Madrid, en 1959. Angelillo acompañado por Pucherete en Teatro Calderón de Madrid, en 1959.

Angelillo acompañado por Pucherete en Teatro Calderón de Madrid, en 1959. / Colección Familia Pucherete

Tenía sesenta y tres años cuando falleció en un hospital de Buenos Aires. Se estaba sometiendo a una intervención quirúrgica, con tan mala suerte que se apagó el fluido eléctrico del quirófano cuando estaban los médicos en plena operación sin poder terminarla.

Su discografía de fandangos

Angelillo grabó todos los cantes que estaban de moda en su tiempo (cartageneras, soleares, guajiras, granaínas, tarantas, murcianas, verdiales, vidalitas, caracoles, coplas…). Y también muchos fandangos (fandangos sin identificar, de Málaga, cortos, personales de Angelillo) [3].

Carátula de un disco recopilación de sus temas en la década 1930-1940. Carátula de un disco recopilación de sus temas en la década 1930-1940.

Carátula de un disco recopilación de sus temas en la década 1930-1940.

Con respecto a Huelva, su discografía tiene las siguientes grabaciones: en 1926, Fandangos alosneros, con la variante de Pérez de Guzmán; en 1927, Fandanguillos cortos; en 1918, Fandango de Alosno; en 1930, Fandangos, de Rengel; en 1932, Pasodoble con fandanguillo, con la variante de Rebollo; y en 1936, Fandanguillos, en el aire de Rebollo.

Todo un caballero

Angelillo fue un artista muy popular en la España de los años veinte y treinta. Vivió en el tiempo de la mistificación del flamenco, cuando triunfaban los cantes de procedencia sudamericana (vidalitas, milongas, guajiras, la colombiana creada por Marchena con aires de allá); cuando el fandanguillo distorsionó sus esencias y se pusieron de moda los temas melodramáticos y los sentimentalismos escabrosos. Y él fue –para lo bueno y para lo desechable– actor de todo eso. Fue aquella una época que erigió ídolos de copla y cine muy populares, que se beneficiaron de ella tanto en fama como en dinero. Esa etapa duró desde 1924 hasta la Guerra Civil, que paró toda la vida del país.

De lo que no caben dudas es de que Angelillo fue un buen artista y mejor persona, comprometido con sus ideales republicanos y apreciado allá donde fue. Si perdió actualidad en nuestro país cuando se marchó a Argentina, al menos conservó el aura de brillante coplero y de ruiseñor de los cantes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios