arquitectura | las declaraciones de ruina de edificios singulares reabren el debate

La conservación del patrimonio histórico, una misión colectiva

  • Aunque con grandes pérdidas, en el eje Concepción-Berdigón vive la esencia de la ciudad antigua

  • Huelva te Mira aboga por una revisión del catálogo y una moratoria de demoliciones

Las ciudades se transforman, están vivas y para ello es esencial que sus edificios más singulares tengan uso. Pero Huelva ha perdido tantas señas de identidad que cada vez que se tiene noticia de alguna nueva declaración de ruina urbanística referida a edificios que recuerdan al siglo XIX o la primera mitad del XX saltan todas las alarmas y el debate sobre la conservación del patrimonio histórico se reaviva.

Durante un paseo por la calle Concepción y sus alrededores -con paradas en inmuebles ya desaparecidos y en otros que aún mantienen viva la esencia de ese centro histórico tan diferente al de otras ciudades como Sevilla o Córdoba- la arquitecta Alicia De Navascués, experta en patrimonio y miembro de la plataforma Huelva te Mira, aborda los retos en esta materia y destaca la n»ecesidad de contar con la participación de la sociedad para revisar el planeamiento.

Desde Concepción a Berdigón, con el cuello alzado para mirar a las primeras plantas, se observan algunos de los edificios más antiguos de este eje urbano burgués. Las plantas bajas se han visto "muy alteradas" por la apertura de huecos para los locales comerciales, mientras que "en otras ciudades como Salamanca te obligan a amoldarte a la estructura de la composición al hacer un escaparate".

Durante la ruta, De Navascués explica que algunos inmuebles están catalogados y otros no. A nivel municipal existen catalogaciones emanadas del planeamiento urbanístico. El PGOU de 1999 señalaba los bienes más destacados en su Catálogo de Edificios y Elementos de Interés y, por otra parte, el Plan Especial de Reforma Interior del Casco Histórico cuenta con su propio Catálogo de Edificios, Elementos y Espacios Urbanos de valores singulares, extendiendo la protección a los principales ejemplos de arquitectura tradicional y modernista.

Entre los edificios catalogados del casco histórico algunos tienen grado P1, como el Ayuntamiento. El de enfrente -antigua Hacienda- también tenía este grado "pero el plan especial lo pasó a P2". En opinión de Navascués, el P1 debería ser una protección para un edificio que no va a cambiar de uso, como una catedral o un consistorio, ya que es demasiado restrictivo y no permite mucho juego. Por ello, considera que el grado idóneo para los edificios singulares de Huelva a los que en un momento dado interesa cambiarles el uso para que tengan vida y no se pierdan es el P2, ya que obliga a mantener fachadas, los patios, muros, escaleras, claraboyas y toda la estructura. El P3, sin embargo, sólo obliga a conservar la fachada, lo que es "una aberración", ya que "sólo se mantiene el pellejo y se distorsiona" la estructura. Así, considera que es un ejercicio más interesante, a pesar de la dificultad que conlleva, partir de un P2 y rehabilitar con criterios de arquitectura contemporánea conservando los valores históricos.

Junto a la iglesia de la Concepción, sobre la librería Welba se imponen los elementos del lenguaje de la arquitectura andaluza. Este edificio está protegido y llama la atención por su buen estado de conservación. Es regionalista y ecléctico. Al lado, encima de General Óptica, se observan las características de la arquitectura típica de Huelva, esa que puso de moda Monís en la primera década del siglo XX.

La arquitecta se refiere a la arquitectura de colores, al uso del azulejo rectangular y con pequeños biseles. También a los recercados, que son las molduras que rellenan los huecos, así como a los entrepaños, esa parte que queda entre hueco y hueco y que bien se enfosca o se reviste de azulejos como influencia portuguesa. Estos elementos confieren al centro histórico de Huelva "el no ser blanco", como el de Sevilla o Córdoba o Jaén, con edificios anteriores, del XVI o XVII. "En nuestro caso es una arquitectura mucho más nueva, de colores y muy interesante", indica.

Hacia la izquierda, en la calle Rascón, llama la atención un edificio con cierres blancos, al lado de Santa María. Se trata de otro ejemplo de arquitectura típica de Huelva, que "estaba llena de edificios de este tipo". Justo enfrente destacan también los entrepaños en blanco con recercados de ladrillo de otro edificio singular.

Representativo de la arquitectura de los años 50 es, según señala, el edificio de la Ibense, si bien "no se ha conservado el interior tal y como era". A continuación hay una parada obligada en el edificio de la farmacia de Concepción, en el número 4. Data de 1857 y la junta de gobierno del Ayuntamiento aprobó hace unos días su catalogación para que se mantenga íntegramente la fachada, si bien el resto de demolerá.

En este punto, Navascués recuerda que Huelva te Mira pide que se modifique el plan general y el catálogo, un cambio , este último, que es "más sencillo", porque su aprobación depende del Ayuntamiento. Exige también que se interponga un plazo para valorar qué edificios merece la pena incluir en este catálogo y que se establezca una moratoria para que no se concedan licencias de demolición en edificios que pueden acabar integrando el catálogo. Para que los propietarios no tengan que estar años pendientes de este tipo de decisiones, la plataforma también aboga por trabajar desde ya y de forma participada para valorar qué edificios merecen la pena ser conservados y con qué grado de protección.

"Este inmueble lleva mucho tiempo sin uso y sus ventanas están abiertas. Es una costumbre muy típica de Huelva y puede ser intencionada para que se deteriore. Así es más fácil presentar un proyecto de estado de ruina", indica. No habla de ruina económica, sino física. La económica es la que los propietarios alegan a los ayuntamientos para que les permitan demoler un edificio cuando las obras para mantenerlo superan más del 50% del coste de tirar el edificio y volverlo a construir. "Imagina que se descubre que restaurar la Giralda cuesta más del 50% que tirarla y reconstruirla. ¿Alguien se cuestionaría que lo que hay que hacer es rehabilitarla?", se pregunta. De este modo, ejemplifica que en patrimonio no existe el concepto mercantilista de ruina económica, de modo que "si algo es patrimonio de todos los onubenses hay que conservarlo". Lo que pasa, en su opinión, es que hay que buscar fórmulas para que los propietarios dispongan de ayudas y puedan mantener y rehabilitar los inmuebles.

A la altura del número 6 de la actual calle Palacios se situaba la Casa Palacio de Medina Sidonia, del que apenas quedan algunas estructuras muy modificadas. Se trata de uno de los edificios más representativos y su parte trasera daba a las Monjas. Precisamente yendo a esta plaza por la calle Espronceda también hay dos edificios importantes con la arquitectura típica de Hueva de refrescados. En el número 4 nació José Caballero. Al lado, destacan los huecos, los detalles neomudéjares y el carácter historicista del otro inmueble. Es de Moisés Serrano.

Ya en el Hotel París, De Navascués explica que el edificio se componía de dos partes, la que hace esquina y la que está encima de la cervecería. Era unitario y los dos tenían las misma categoría en el catálogo. Constituyen, a su juicio, un claro ejemplo de lo que se ha hecho en Huelva durante décadas: demoler los edificios catalogados y volverlos a reconstruir de forma idéntica, algo que no comparte. Así, en la parte de la esquina se nota que se trata del edificio original por el color de los ladrillos y los azulejos, mientras que encima de la cervecería los azulejos son más brillantes. "Esto es una aberración en el campo de la arquitectura. Si un edificio es patrimonial no puedes demolerlo y volverlo a hacer de forma milimétrica. Tienes que usar las técnicas constructivas, como los sistemas de rastreamiento, para mantener la fachada en condiciones. Se ha hecho también en el edificio de Sfera y es un contrasentido en la rehabilitación de los centros históricos", valora.

Ya en la antigua papelería Muñoz, la arquitecta señala que se trata de otro edificio de Monís y, con una foto antigua en la mano, señala que se comenta que es posible que tras el escaparate se conserve parte del arco original. En los edificios de Raya y Love, que están catalogados, se vuelven a repetir los recercados, rejas o barandillas. El Ayuntamiento de Huelva, a través de la Concejalía de Urbanismo y Patrimonio Municipal, anunció recientemente que exigirá a los propietarios del número 4 de esta calle (Palacio) el mantenimiento de la fachada, si bien se reiniciará el caducado expediente de ruina. El inmueble presenta "graves daños estructurales, con carácter irreversible".

La arquitecta considera que hay que buscar un sistema para que a los propietarios les resulte rentable tener un edificio catalogado y "que sea como que te ha tocado la lotería en lugar de un problema". "Los norteamericanos, que no tienen historia, con cualquier cosa de estas estarían como locos. Hay que trabajar desde la perspectiva de lo público e invertir en lo privado para conseguir mantenerlo".

Ya en la puerta de Sfera, apunta que esta rehabilitación es otro ejemplo de "lo que no hay que hacer." Ni por dentro, ni por fuera: "Las rejas no tienen nada que ver con las originales y los restos de una casa romana que están en el interior no se ven", de modo que la integración no se ha completado.

Sobre Aurora Jiménez se impone el racionalismo, una arquitectura menos comprendida porque es de lineas sencillas y con decoración limpia pero que procede de un discurso y de una reflexión profunda del movimiento moderno en toda Europa -las vanguardias-. En Huelva hay ejemplos interesantes pero "apenas se han estudiado" estas corrientes artísticas.

"Tenemos a Pérez Carasa, muy ecléctico, pero también tenemos obras de Gutiérrez Soto, otro de los mejores arquitectos racionalistas de España". Este último construyó el cine Rábida, donde se optó por "una solución epitelial al dejar el pellejo o fachada del cine y construir un edificio nuevo que distorsiona la estructura".

Precisamente en la calle Rábida, señala que se hizo una intervención muy interesante, la primera intervención privada que se conoce unitaria de un único promotor. Esta vía tiene homogeneidad, los edificios están protegidos y en líneas generales se mantienen, si bien al final de la manzana el edificio perdió sus torreones originales. "Una vez más, se demolió y se volvió a construir tal cual. Ni por asomo es igual, no se parece", valora.

Un ejemplo de recuperación es el edificio del Bazar Europa, catalogado con P3. Por contra, otros inmuebles están condenados a demolición. No está catalogado, por ejemplo, un edificio de interés arquitectónico ubicado en Miguel Redondo, en el número 1. Fue proyectado por José María Pérez Carasa en 1935. Llama la atención la composición de su fachada, de estilo racionalista con detalles eclécticos. Desde hace tiempo se ve sin uso y con las ventanas cerradas.

El edificio de la esquina de Pérez Carasa con San Francisco (tienda Juguetón) también está "condenado a desaparecer". Por eso, según De Navascués, urge abrir un debate cuanto antes sobre si hay que demoler todo lo antiguo. "Habrá que hablar y que decidir qué edificios merecen la pena. Algunos tienen valor arquitectónico y otros tienen valor emocional por la memoria que se tiene de ellos. Eso también hay que valorarlo", señala.

Una arquitectura más sencilla y con menos decoración es la que proyecta un edificio catalogado con P 3 en la calle Alfonso XII, el de Celso Prieto. La fachada es menos elaborada que la de Pérez Carasa pero "si se mantiene bien es una arquitectura muy correcta y homogénea, propia de un casco antiguo del que debieran conservarse vestigios".

Tras pasar por el antiguo bar El Tupi, Navascués señala que el inmueble se conserva y está catalogado con P3. Aunque se ha perdido el conjunto, está en uso y eso es "positivo". También lo está el edificio Berdigón , si bien ha sido "alterado". Esta vivienda de construcción sencilla no tiene nada que ver con la arquitectura burguesa pero es "uno de los inmuebles más antiguos". En su puerta, De Navascués se muestra partidaria de realizar un llamamiento a la sociedad.

"Hablamos de propiedades privadas en el 90% de los casos y aquí hay que echar una mano entre todos para contribuir a que el patrimonio se conserve y a que no suponga una carga añadida", afirma. Por un lado, destaca que no ha habido sensibilidad por parte de la administración, que ha permitido que se pierda parte del patrimonio, pero por otro, cree que tampoco la ha habido por parte de la sociedad.

Así, en su opinión, hay una responsabilidad compartida de lo que ha pasado en Huelva durante muchas décadas. "Queremos que esto sea un punto y final, que haya un cambio. Es difícil mantener el patrimonio pero hay que buscar fórmulas entre todos", concluye.

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